Olvido

Detrás de los visillos
siluetas como nubes
danzan, ante los ojos del recuerdo.
Hilos invisibles entretejen
la tela de los sueños.
Escenario de cosas imposibles
de deseos truncados,
de alabanzas marchitas.
Las canas que pintan el alma
opacan los colores de la tierra.
No hay tiempo de soles,
ni tiempo de ninfas,
ni sirenas de espuma,
ni peces voladores.
Hay mañanas de escarcha
en el desierto del alma.
Palabras que no llegan,
manos deslucidas,
ojos sin deseo.
Salinas como vítreo parador
del cansancio.
Historias que regresan
y se mueven fantasmales
entre danzarinas letras.





Cartas

 
 
Cartas hay muchas.
Como la de los quinceañeros en las escuelas secundarias.
Cartas de lo tímidos o de los osados.
Cartas en donde se revelan las ilusiones primeras de la vida.

Los niños escriben por primera vez para conquistar,
se atreven y escudan en el bondadoso arte de escribir.
Las niñas reciben su primera carta de amor,
sonríen y de un salto corren a mostrarla a sus amiguitas.

Hay niñas más modernas y por eso más femeninas,
cogen sus mejores papeles de entre sus cuadernos perfumados y
les cuentan a los niños traviesos de una fantasía llamada amor.

Hay cartas anónimas, con las que todas las edades
alegran los labios e inquietan las curiosidades.
Hay cartas para conquistar.
Cartas escritas entre enamorados.
Cartas de despedida y por eso tan tristes.

Hay cartas en donde se escribe de otras cartas.
Las hay entre amores prohibidos y por eso tan auténticas.
Las hay entre amigos, entre esposos. Entre desconocidos o entre amantes.
También de admiradores.

Hay cartas no correspondidas. Cartas sin respuesta.
Las hay de dueños esperanzados en recibir aunque sea una.
De dueños que de tanto escribir…. ¡Se han enamorado de verdad!

Hay cartas que han hechizado de tanto ser leídas.
Hay cartas que enamoran. Hay magia en el hecho de escribir cartas.
Por eso hay escritos, cual testamentos, cuando al ser leídos, parecen escucharse las palabras de quien las escribió.
Hay cartas que tienen la voz de sus autores.

Hay cartas escritas y jamás enviadas.
Pero de entre todas las cartas a mí me gusta la de los tímidos,
porque las de ellos… ¡Son las verdaderas!
Hay cartas como ésta, escritas sólo por tímidos verdaderos.

Hay quienes lloran cuando releen cartas,
por la nostalgia de algún amor anclado en un tiempo pasado.

Hay cartas como ésta a veces conservada en algún rincón amarillento como su
historia. Hay cartas como ésta de quienes están solos y buscan un amor.
Hay cartas con historias parecidas a las contadas en estas líneas.
Hay cartas que emocionan.

Hay sueños como las narradas en esta carta.
Hay sueños solo imaginados entre amores tímidos porque son auténticos.

Hay cartas que cuentan las cosas como si fuesen posibles todos los milagros.
Hay cartas como ésta sobre las que se ha llorado.
Hay cartas sobre las que se ha preguntado cuál es el final de todo.
Hay cartas como ésta que no quieren tener final.
Hay cartas que solo pueden terminarse cuando la historia continua.
Hay cartas como ésta que sólo pueden leerla quienes están enamorados, o quieren enamorarse.

Hay cartas cuyos dueños se han enamorado como los que leen estas líneas.
Y han dejado de leer para escribir sus propias cartas. Porque hay alguien que espera recibir una. Ese eres tú, ese soy yo.

Carlos de la Rosa Vidal (1980)
 
 
Rupit 2015

Noche de luna llena

 
Noche blanca en que el agua cristalina
duerme queda en su lecho de laguna
sobre la cual redonda llena luna
que ejército de estrellas encamina

vela, y se espeja una redonda encina
en el espejo sin rizada alguna;
noche blanca en que el agua hace de cuna
de la más alta y más honda doctrina.

Es un rasgón del cielo que abrazado
tiene en sus brazos la Naturaleza;
es un rasgón del cielo que ha posado

y en el silencio de la noche reza
la oración del amante resignado
sólo al amor, que es su única riqueza.
 
        Miguel de Unamuno
  

Vic 2015